Soy psicomotricista desde hace más de 10 años, licenciada en psicología y madre de un niño nacido en 2016. Gracias a mi experiencia como profesional, al desarrollo personal y a la disciplina positiva he podido encontrar un equilibrio en mi maternidad.


Cuando me quedé embarazada y, aún más cuando mi hijo nació, me encontré proyectada en un océano de incertidumbres, de dudas, de informaciones (demasiadas informaciones), de qué hacer y cómo. Muchas veces me sentí incomprendida como madre.  Estaba perdida en este océano, yo, que estaba formada en el desarrollo del niño y que acompañaba a numerosos padres.


Para mí, llegar a ser madre ha sido como encontrarme cara a cara con una ola inmensa, o más bien varias. Esta última es una ola muy alta, repentina y rara. Una de las ventajas de esta ola es que se forma igual de rápido que desaparece.  Pienso que en la paternidad tenemos a menudo que afrontar olas a veces excesivas, y es entonces cuando tenemos la elección de: tener miedo o decidir aprender a surfearla.

Habiendo decidido aprender a surfearla en lugar de tenerle miedo, empecé a interesarme en la disciplina positiva y he seguido mis investigaciones en el mundo del desarrollo personal. Entonces pude entender mejor las cosas de la vida cotidiana con mi hijo y mi marido.


Mis observaciones a lo largo de los últimos años dentro de mi consulta me hicieron tomar consciencia de que los padres a menudo son los grandes olvidados. Aportamos soluciones a sus hijos, pero quién se encarga del padre, de ayudarle a entender, acompañarle en este océano de incertidumbres y de dudas. Aún más cuando el niño presenta una dificultad de desarrollo, de comportamiento o un trastorno de aprendizaje.


Así es como mi misión de vida cogió otra dimensión y llegó a ser una evidencia. Quiero ayudar los padres a entenderse mejor, a entender mejor a sus hijos, su pareja y las distintas situaciones que viven con el fin de reencontrar una serenidad familiar, como pude probarlo y desarrollarlo yo misma. Os comparto herramientas y descubrimientos que pude hacer, para utilizarlos en el día a día.


"El coraje no ruge siempre. A veces el corage es esta pequeña voz tranquila al fin del día que nos dice voy a intentarlo de nuevo mañana"


Mary-Anne Radmacher